lunes, 30 de noviembre de 2015

El club de los viernes. Uno al mes

Día 30 de noviembre y yo sin publicar mi "Uno al mes"... ¡qué desastre!



Leí esta novela por una amiga que me la recomendó al enterarse de que todos los martes me junto con un grupo de tejedoras a darle con ganas a las agujas y a la cháchara. La verdad es que, al igual que les pasa a las mujeres de la novela, para nosotras juntarnos es también mucho más que tejer; es casi una terapia.

Nosotras, al igual que las protagonistas del libro, lo mismo compartimos un patrón que una preocupación, y las semanas que no puedo ir, las echo muchísimo de menos. 

Le he dado tres estrellitas. Es un libro que está bien, es fácil de leer, entretenido, el final es muy emotivo, pero quizás les falta un puntito para convertirse en novelón. No obstante, os lo recomiendo para pasar un buen rato sin mayores pretensiones.






domingo, 22 de noviembre de 2015

Hasta siempre Roky

Érase una vez...

                 Un cachorro abandonado en mitad de una carretera...

Así es como empezó nuestro cuento con Roky, el cuento más maravilloso que os podríamos contar. Pero como todos los cuentos, por desgracia, también ha tenido un final. 

Roky el día que lo encontramos en mitad de una carretera
Y su final llegó hace dos semanas, el tiempo que he tardado en reunir las fuerzas para dedicarle este post.

Imaginad el perro más noble, más paciente, más cariñoso, más tranquilo, más obediente, más listo... ¿lo tenéis? Pues estáis imaginando a Roky.

Con nuestro otro perro Vader, que nos dejó con el corazón roto hace ya unos años.

Roky apareció en nuestras vidas por casualidad al encontrarlo vagando a su suerte en mitad de una carretera, comidito vivo por las garrapatas y con un hambre de lobo. La idea inicial fue acogerle mientras le buscábamos un hogar definitivo. Pero Roky llegó y, como no podía ser de otra forma, se quedó. Tras un par de semanas con nosotros, fuimos incapaces de separarnos ya nunca más de él. 

Juguetón con grandes y pequeños, perros y perras, paciente con los niños, tranquilo con los gatos. Paseador incansable. Buscador de comida hasta sus últimos días de vida, no había miga o patata en el parque que él no fuera capaz de encontrar. Ese fue, sin duda, el único trauma que le quedó de su época de vagabundo: el ansia viva por la comida; mítica será por siempre la manera que tenía de coger comida de la mano... mejor te andabas con cuidado!!!


Un momento cualquiera del día.

Así es como mejor le recuerdo. Tumbado a mis pies, teniéndole que decir mil veces "quita Roky" para que me dejara pasar, o abrir el armario. Mirándome con esos ojillos que me llegaban al alma. Moviendo la cola cada vez que le devolvías la mirada. 

Ha muerto joven, con apenas 10 años de edad, plantándole cara durante dos años a un linfoma para el que le daban ocho meses de esperanza de vida. Así era él. Un auténtico superviviente.

Estoy segura de que tendremos muchos otros perros a lo largo de nuestra vida, y sé que a todos los querremos, pero tengo la certeza absoluta de que ninguno podrá llegar a ser tan buen perro como él. Sin duda, el mejor perro del mundo. 

Hasta siempre Roky.