miércoles, 20 de marzo de 2013

No con mi dinero

Estamos sufriendo los mayores recortes en los Sistemas Públicos de Protección de toda la historia de nuestra democracia. El Sistema de Bienestar que tanto esfuerzo ha costado conseguir y mantener, de pronto está siendo desvalijado por una élite que nunca ha tenido, ni seguramente tendrá, que recurrir a él.

El Sistema Público de Sanidad está siendo desmantelado a grandes pasos. Se empezó por eliminar la universalidad excluyendo de él a los migrantes en situación administrativa irregular y ahora estamos viendo cómo venden nuestros hospitales y centros de salud al mejor postor. Curiosamente este mejor postor son empresas cuyos consejos de dirección están formados por esas mismas élites que nos gobiernan. 

La Educación Pública asiste cada día a una reducción drástica de su presupuesto, y a una campaña de desprestigio y difamación que busca como resulta último su desaparición en favor del injusto, obsoleto y desigual sistema de conciertos con colegios privados.

La Justicia nunca ha sido igual para todos, pero con el sistema de tasas recientemente inaugurado, cada día lo es aún menos.

Los jubilados han visto cómo sus pensiones no se revalorizaban, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo que ésto les produce. Además de tener que re-pagar sus medicinas, y algunos servicios médicos que ya están previamente pagados vía impuestos, como el transporte en ambulancia, por ejemplo.

Asistimos atónitos a la inyección de dinero a los bancos, préstamos a fondo perdido, a la vez que vemos en las noticias cómo cada día, varias decenas de familias se quedan en la calle sin un techo, a veces por deudas irrisorias que temporalmente no pueden afrontar. Pero a ellas nadie les inyecta dinero, ni tiempo, ni atención. 

Las personas en situación de dependencia y sus cuidadores ven con desolación cómo cada día sus circunstancias se agravan sin recibir respuesta alguna por parte de un Sistema que hasta hace poco tiempo, con sus carencias, no digo yo que fuera perfecto, medio funcionaba. Ahora les hemos dejado de la mano de Dios, y Dios hace mucho que se olvidó de ellos.

Se han cerrado centros culturales. Se han eliminado ayudas a autónomos. A quienes trabajan al servicio de la Administración (sean o no funcionarios) se les ha bajado el sueldo y eliminado una paga extra. A los proyectos de Cooperación Internacional se les ha disminuido el presupuesto en un 80%, que se dice pronto. Han subido los impuestos directos como el IVA y también las tasas municipales. Los despidos cada día son más baratos y más fáciles. Y el acceso a las prestaciones se complica por momentos, o si no que le pregunten a los mayores de 55 años en situación de desempleo...

Y todo ésto, ¿por qué? Pues porque, como nos han repetido por activa y por pasiva, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Hemos gastado un dinero que no teníamos. Hemos consumido más allá de lo que podíamos. Hemos invertido más allá de lo que se hubiera debido hacer. 

Y después de tragarme ese sapo que no era mío, después de ver cómo me reducían el sueldo, de cobrar una paga extra menos, de abonar unas tasas municipales que después no se traducen en servicios, de ver cómo intentan destruir la Educación que he elegido para mis hijos, de pagar por una medicinas que ya he pagado previamente a través de unos impuestos que me crujen cada mes. Después de todo eso me faltan pulmones para gritar todo lo alto que soy capaz:

¡¡¡ NO CON MI DINERO !!!

No a Madrid 2020. Bajo ningún concepto. Porque no hay dinero y por eso han recortado en los Sistemas Públicos. Porque los puestos de trabajo que prometen van a ser precarios y temporales. Porque el deporte de élite sólo beneficia a unos pocos. Porque no quiero más infraestructuras mastodónticas. Porque NO NOS LO PODEMOS PERMITIR.