Ha sido un año muy intenso. Dos acontecimientos nos han marcado irremediablemente. Uno muy malo muy malo y otro muy bueno muy bueno. Supongo que el Universo siempre acaba encontrando el equilibrio.
En el mes de mayo se fue nuestro perrito del alma Veider, y le echamos tanto de menos que no hay un solo día en que no pensemos en él y le lloremos un poquito.
Pero a cambio la vida quiso darnos un regalazo enorme, y nuestro canijo mayor superó sus alergias alimentarias proporcionándonos una inmensa alegría y sobre todo muchísima tranquilidad. Aún hoy, siete meses después, sigo mirando las etiquetas en el super y escrudiñándole la cara en busca de algún síntoma, imagino que se me pasará con el tiempo.
Pero al margen de esos dos hechos tan importantes, el resto no ha sido un mal año.Nos hemos reído a más no poder con las ocurrencias de los canijos, les hemos visto crecer y aprender mil y una cosas nuevas.Uno ha aprendido a andar, el otro ha descubierto las películas! Hemos tenido operación pañal, operación chupete y operación puré. Hemos jugado, bailado y cantado cada día como si no hubiera un mañana. Han llorado, han reído, les hemos felicitado, regañado, divertido y abrazado con el sentimiento de no querer perdernos ni un instante de sus vidas. Hemos sentido lo que es el infierno en vida llevándoles de compras o a la fiesta de Navidad del cole. Pero también hemos sentido la felicidad más absoluta cada mañana, cada tarde y cada noche al ver sus caritas sonrientes.
Al 2013 le pido que sigan así. Con todas sus cosas buenas y sus cosas regulares. Porque es así como les queremos. Con locura. Cuando se hacen pis de la risa y cuando se tiran al suelo en plena rabieta. Y aunque suene a tópico, para nosotros pido salud, energía y tiempo para verlo y para dejar cada recuerdo guardado a buen recaudo en nuestra memoria como si de un tesoro se tratara. El mejor tesoro del mundo.